A veces le tengo miedo a mis llantos
porque quizás duele verme así, tan deprimida.
A veces le temo a la oscuridad
sólo por una de las tantas reacciones inmaduras que nacen de mí.
A veces no quiero dormir
creyendo que lo que pasará por mi mente serán malos recuerdos o
una idiotez de mi imaginación e inseguridad.
A veces le temo a la naturaleza.
A veces le temo a conocidos tanto como a los desconocidos.
A veces lloro por el miedo de no saber que pasará mañana,
si es que la muerte llegará a mi ventana o
se posará en el cuerpo de alguien querido.
A veces me aterra pensar en el futuro y
que éste sea tan, malditamente, incierto.
A veces,
cuando le temo a la muerte,
me pongo a pensar en el caso de no "cumplir" todo lo que un día me propuse.
A veces le temo a mi locura.
A veces a mi inseguridad.
A veces a mi inmadurez y a mi idiotez.
A veces le temo a la soledad de mi pieza,
aquella que me hace hablar con mi inconsciencia y
me aterra aún más escuchar,
de mi boca,
lo que jamás espere de mis sentimientos y pensamientos.
Pero... por encima de todos estos temores, estas tú,
la persona que ha marcado, por completo, mi mente, cuerpo y corazón.
Le temo a que este amor nos juegue chueco y
terminemos por caminos distintos.
Le temo a la ignorancia de no saber que pasa por tu cabeza.
Le temo al tiempo o quizás al ahora.
Le tengo miedo,
día y noche,
a la posibilidad de que se marchite lo que sientes por mí.
Y es tan difícil expresar esto.
Tan complicado.
¡Tan confuso!