El día de hoy tenía el anhelo
de sentir algo de aquello que tú me hacías sentir hace mucho tiempo, algo que
aunque te esfuerces demasiado sería imposible volver a sentir… bueno… jamás
será lo mismo… pero si puede ser mejor… ¿No?
Paseando, sin un fin
específico a parte de pensar en aquellas cosas vagas de mi vida, me encamine,
sin ser consciente de aquello, a una plaza que para mí trae muy lindos
recuerdos. Me senté en una vieja banca bajo un gran árbol amarillo, a causa de
sus hojas de otoño, y comencé a recordar viejos tiempos, donde éramos 7 años
menor y, cuando nuestro amor lo demostrábamos de una forma bastante inocente,
algo normal para unos pequeños niños que recién pisaban la adolescencia e
indagaban por la imaginación. Y entre mis recuerdos me enfrente a muchas
sensaciones exquisitas, como la inocencia perdida, lágrimas desaforadas,
temblores inconscientes en nuestras manos y muchas anécdotas sin ser contadas.
Nos vimos sentados, en la misma banca, pequeños y temerosos, besándonos con una
pasión que aún no se atrevía a ser expresada de otra forma, más que abrazos y
susurros terciopelo. Al introducirme totalmente dentro de mis recuerdos, que
sin lugar a dudas, fue testigo desde siempre esa misma banca con aquel mismo
árbol, me sumergí en una exquisita onda de sensaciones, fue impresionante, fue
conmovedor, tanto que quise viajar realmente en el tiempo y verme nuevamente
allí, con la inocencia intacta, con todo aquello que implica una nueva
experiencia. Sentí nostalgia al darme cuenta que jamás volvería a sentir algo así
por ti.
Me fui caminando
tranquilamente a mi casa, para volver a la realidad que me esperaba, que aunque
no es trágica, es muy tediosa. Comencé a ordenar, por aquí y por allá el hogar,
aun con un sabor amargo por lo sucedido en la plaza, cuando de pronto llega él.
Me cuenta sobre su día, el trabajo y los estudios, que paso hambre y que tiene
un terrible dolor de espalda…
De pronto…Y sin más
preámbulos, me besa apasionadamente, me toma de las caderas y me atrae hacia
él, arrinconándome contra la pared. Me aferro a sus hombros mientras él me
suelta el pelo seguido de sus manos sigilosas por mi cuerpo, buscando
desesperadamente mi desnudes. Es impresionante como este hombre conoce mi
cuerpo, como lo maneja y lo enloquece. Yo, sin respiración, comienzo a rogarle
que me haga suya justo cuando estoy tirando del cinturón, desabrochando su
camisa y su pantalón. Me tira contra el sofá y desaforadamente hacemos el amor,
quitándonos todas las preocupaciones, malestares físicos y mentales. Me sucumbí
en olas inmensas de placer, como solo él me hace sentir, y yo, por supuesto,
intentando dar lo mejor de mí para que él se despojara de todo lo innecesario
del día y que solo fuera capaz de pensar en mí.
Juntos, entre gemidos, dimos liberación
a un exquisito orgasmo, él, cayendo sobre mí, dijo lo único que la respiración
le permitía decir, “Te amo… … … … … siempre”, entonces, allí comprendí lo que
en plaza no fui capaz de comprender:
Todo por lo que una persona
puede ser capaz de vivir a lo largo del conocimiento del Amor, yo he sido capaz
de sentirlo solo con un hombre, desde los 14 años hasta hoy (21 años). He
pasado por sensaciones hermosas, como también dolorosas, pero en una mescla precisa.
Él es mi todo, mi complemento, me presente, mi futuro, y también mi pasado, en
donde vivimos muchísimas cosas, las suficientes para que hoy pudiéramos estar
así de unidos, así de perfecto, así de conciso y sereno.
Muy intenso y romántico. :)
ResponderEliminarUn gran saludo.
Hola, os he dejado un detalle en mi blog. Un abrazo
ResponderEliminar